El performance no es show. Es difícil (definirlo) porque la palabra
performance en inglés se refiere a muchas cosas. Performance puede ser desde cantar, desde bailar o simplemente
alguien que hace un anuncio de un coche. A mí me gusta más usar la palabra “arte acción” porque lo que uno hace es
una acción tal y como la hacemos cotidianamente. No es teatro, no estamos
actuando la acción. Rocio Boliver (en Olivo, 2013).
Así, con la anterior explicación dada por “La Congelada de Uva”,
una de las más polémicas performanceras de México y muy conocida por hacer uso
de sus órganos sexuales para realizar sus expresiones artísticas, comenzamos esta
introducción al mundo del performance art.
¿Qué es el performance art/arte acción? El performance art es un género artístico que nace aproximadamente
durante la segunda mitad siglo XX, dentro del momento en la historia del arte conocido
como Arte Contemporáneo. La guerra Fría, la guerra de Vietnam, movimientos
culturales como el feminista o el hippie, la crisis de la Modernidad y el incremento
de la clase media que incurre en instituciones universitarias, las cuales forman
a nuevos artistas con una fundamentación
teórica (Diez, 2013), marcan el contexto
histórico-social en el que surge esta nueva forma de hacer arte. Esta etapa es etiquetada
predominantemente por la tendencia de producción artística llamada Arte
Conceptual, la cual deja el régimen del arte entendido como objeto, pues “las intenciones,
las actitudes y los conceptos se vuelven sustitos de obras” (Michaud, 2003, p.
12). Obviamente esto sólo se pudo dar debido a un factor muy importante: el
ascenso del sistema de producción en masa; pues el hecho de que hubiera una sobreproducción
de obras por máquinas, trajo como consecuencia la pérdida de su valor material.
El performance art puede
contextualizar su surgimiento durante los años sesenta, una época muy
importante para el cambio de pensamiento de la sociedad occidental, pero... ¿qué
era lo que pasaba históricamente en ese momento? La revolución de mayo de 1968
y otros levantamientos relacionados con el surgimiento de identidades sexuales o raciales, las cuales
habían sufrido una censura por parte de los medios masivos de comunicación, etc.
En este contexto, y tras el máximo aprovechamiento de las nuevas tecnologías
por parte de los nuevos artistas, “el performance nació como arte para la
resistencia, tendente a lo político y se [alejó] del debate sobre individuos
aislados y las reflexiones sobre el talento artístico (Sedeño, 2010)” (Palma, 2013,
p. 36). El uso del cuerpo como unidad del medio visual, la efimeridad del
tiempo en que se desarrolla, la improvisación y el espacio donde se performancea (el cual, aunque buscaba en
principio espacios públicos y deslindados del “mundo del arte, durante los
últimos años se puede observar una tendencia de regresión a los museos) son
características fundamentales que componen esta manifestación artística.
Pero con cada “invención”
siempre aparece un problema. Desde el surgimiento de este nuevo género
artístico hasta nuestros días, pareciera que la mayor parte del público todavía
no entiende este tipo de manifestaciones. Una tentativa respuesta podría ser la
consecuencia de una educación artística demasiado básica; es decir,
desconocimiento de lo que ha sucedido en el mundo del arte más allá de las
vanguardias artísticas. Pero una teoría más convincente podría basarse en que la
falta de entendimiento de este género se debe a su incomprensión como
manifestación del espíritu. En otras palabras, el problema radica en no
entender que estas obras de arte se pueden leer desde un punto de vista
racional; que surgen del intelecto del ser humano y no solamente como parte del
morbo, la rebelión o la provocación de un artista. La gente no entiende y no
entenderá al performance (aunque posea el discurso del mismo) sino entiende la
naturaleza básica del mismo, pues para entenderlo como objeto antropológico cultural, debemos entenderlo primero como objeto cultural subjetivo. Pues si se entiende al performance como fruto de una
racionalidad, se comprenderá de la misma manera que debe leerse desde un punto
de vista racional
Entonces ¿Cómo darle un
sentido racional al performance art? Para poder contestar esta interrogante,
crearemos un marco teórico basado en diversas ramas de la filosofía que se
puedan apegar a la naturaleza (espiritual) de cualquier obra artística.
Empezaremos por la primera filosofía del arte, que es la estética de Hegel, la
cual nos ayudará a entender desde dónde, cómo y por qué se empiezan a concebir
los conceptos de “idea” y “forma” como base del Arte Conceptual. Luego daremos
un salto hacia Wittgenstein, por parte de la filosofía del lenguaje, para
entender cómo el arte funciona a modo de lenguaje, pues él habla de que el arte
no se habla, se muestra. Por último descubriremos la metafísica del performance
art a través de Bergson y su relación con el movimiento. Aun así, cabe aclarar
que este estudio de la naturaleza racional del performance nos pone en la
desventaja de no poder darle un significado real, particular y “aterrizado” a
todos los performances, pues este marco teórico pretende ser muy incluyente;
así en lugar analizar los performances, será solamente el performance art.
Fuentes bibliográficas
Diez, María Luz. (2013). ARTE
CONCEPTUAL. CRAC!, 7 (1), 6.
Michaud, Yves. (2003). El arte en estado gaseoso. Distrito
Federal: Fondo de Cultura Económica.
Olivio, Demetrio. (2013).
Rocio Boliver – entrevista. YouTube. Recuperado el 25 de marzo de 2015
de https://www.youtube.com/watch?v=jM3_v4CGlXA
Palma, Isidora. (2013). LA
PERFORMANCE. CRAC!, 7 (1), 36.
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